domingo, 11 de julio de 2010

Pulpo Paul y más...


Creo que para nadie en todo el planeta es desconocido el hecho de que, desde un acuario, ha pronosticado la mayoría de los resultados de los partidos de la selección alemana.

No me cabe duda que ni el pulpo Paul ni nadie tiene la capacidad de adivinar ni ese ni ningún otro resultado, incluyendo los números de la chica y la Loto.

Pero que los ha adivinado, los ha adivinado, que conste.

Si el asunto estuviera relacionado con religión o algo así, es seguro que millones de personas habrían convertido el acuario en un "lugar de visita sagrada", como ocurre cada vez que alguien cree ver una imagen santa en el tronco de un árbol cortado o en las cenizas de un incendio y hasta en las manchas dejadas por la humedad en alguna pared.

Por eso, el entusiasmo increíble que desata el fútbol merece un análisis comparativo entre lo primitivo y lo moderno.

¿No es cierto que la mayoría de nosotros vemos como salvajes a las tribus africanas y de otras latitudes que se pintan la cara cuando celebran alguna ceremonia? Ajá; ¿no es acaso lo mismo cuando "modernos ciudadanos" de avanzados países lo hacen como "apoyo" a su equipo de fútbol?

No le busquemos explicación ni justificación, las dos cosas son lo mismo.

La próxima vez que veamos un aborigen pintarrajeado, recordemos lo que nosotros "los civilizados" también hacemos.

Somos tan primitivos -b o avanzados- como los nativos de Nueva Guinea, Borneo o Nueva Zelanda, quienes todavía efectúan la danza de la lluvia y cosas parecidas.

¿Acaso no efectuamos "la ola" en los estadios, como si ese movimiento humano sincronizado -aparte de ser pintoresco y alegre- tuviera la capacidad de afectar el resultado del partido o transmitir algún tipo de "fuerza" a nuestro equipo en la cancha?

Y si así fuera, ¿es que todos los que asisten al estadio van con el mismo equipo? Recuerde que la ola es hecha por todos.

Los disfraces extravagantes son cosa común en los estadios y hasta en las calles cuando hay algún partido importante… no muy diferente a los adornos de plumas de los nativos norteamericanos.

Cantamos canciones, tenemos gestos y ademanes íntimamente relacionados con el fútbol, así como los ciudadanos de países tan avanzados como Alemania creen con firmeza en las "predicciones" de un pulpo llamado Paul, el cual -dicho sea de paso- se transformó de héroe en villano cuando pronosticó la victoria de España (creo que si no lo hicieron en ceviche o sushi fue por su fama).

El ser humano ha avanzado en forma increíble. Hemos desarrollado máquinas maravillosas (digo hemos porque yo también soy un ser humano, que conste) estamos conquistando el espacio, reproduciendo nuestros órganos en laboratorios y diseñando computadoras y robots que, poco a poco, se acercan más a nosotros mismos.

Aquí me salgo del tema, pero tengo que decirlo: "estamos haciendo máquinas y robots a nuestra imagen y semejanza".

Pues bien, somos la civilización más avanzada que ha producido el planeta, estamos a miles de años de distancia en tecnología de los mayas, vikingos y maoríes, pero no estamos ni un centímetro delante del hombre de las cavernas cuando se trata de creencias y supersticiones.

Somos los mismos.

visto en:
http://m.laprensa.hn